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EL REPTILIANO QUIERE CONQUISTAR EL NUEVO JARDIN DEL EDEN

EL REPTIL ENTRA EN EL JARDÍN, QUIERE SER EL REY DEL UNIVERSO


Esta visión comenzó, a lo igual que la anterior, encontrándome frente a aquel muro, pisando una grama suave, muy especial. Antes de aparecer en aquel lugar, había tenido sueños eróticos muy intensos, donde veía orgias enormes, donde muchos hombres y mujeres, unos encima de otros se unían sexualmente. Recordaba perfectamente las visiones anteriores, la de las serpientes humanas subiendo por el muro, y la del Cabeza de Chivo. El muro lo vi lleno de moho, se apreciaban algunas piedras, pero solo en algunas zonas, otras mostraban grandes manchas húmedas. El lugar aunque iluminado, permanecía en cierta penumbra, a lo igual que sucede en esa hora que hay entre el atardecer y la noche.

El muro lo vi lleno de moho, se apreciaban algunas piedras, pero solo en algunas zonas, otras mostraban grandes manchas húmedas. El lugar aunque iluminado, permanecía en cierta penumbra, a lo igual que sucede en esa hora que hay entre el atardecer y la noche.

Entonces vi como un ser grande, fuerte, agresivo apareció. Quedé petrificado, no podía creer lo que estaba viendo, aquel ser tenía forma humanoide, pero su cuerpo evidentemente, no solo no era humano, sino que para describirlo rápidamente diré que, era un lagarto, con su cola, piel verdosa, su cabeza era alguna variedad de reptil, que no podría definir, pero lo que destacaba sobre todo era un fuerte olor a huevos podridos, olía a pedo, de esos en los que hay que abrir las ventanas porque no son soportables.

Aquel reptil violento, golpeaba con su palma abierta la pared, piedra por piedra, como buscando que alguna fuese la que le mostrara la puerta de entrada, me atemoricé, tuve miedo, aunque sabía que no me veía, la duda de que en algún momento me percibiera y fuera contra mí me preocupaba. Entonces, se detuvo y pensando durante unos segundos, extendió sus dos manos y en ellas apareció una gran copa, a lo igual que le había aparecido al Cabeza de Chivo, pero esta copa era más rustica, metálica, menos noble.

Miré la copa, en ella un líquido más ligero que el agua, oscuro, con tonalidades a veces verdosas, y a veces ferrosas, hizo que me mirada quedara fija en ella, quedé absorto en el líquido, y mi mente profundizó en el, de tal manera que vi, lo que costaba producir aquel liquido que solo algunos pocos podían beber. Vi como para llenar una sola copa, era necesario que miles de hombres y mujeres muriesen violentamente, vi los homicidios, los sacrificios de vidas y todo el dolor que generaba producir aquel liquido, que es lo que más se aprecia en los mundos de los que controlan el mundo, este liquido es por el cual se esfuerzan, trabajan, y pelean los amos del mundo, equivale al dinero en nuestra sociedad, es la moneda de cambio para los Amos del Mundo.

Se tomó todo el liquido de un solo golpe, tras lo cual, como ebrio, dio un grito atemorizante, entonces vi como una mujer, tan espantosa como él, mal oliente, apareció. La luz aumentó en el lugar, miré instintivamente una raya en sus partes bajas, sabía que era su vagina por la atracción que sentía, una lucha en mi interior comenzó, por un lado al ver aquella entrada al hueco, se producía un deseo, pero por otro lado, la sensación de asquerosidad me bajaba mi pasión. Miré sus senos, que produjeron un sentimiento de repulsión hacia ella, pero al mirarle a los ojos, con su pupila vertical, me atemoricé, su fuerza en la mirada era monstruosa. Ella si podía verme, sabía que yo estaba allí, pero dejándome de prestar atención se dirigió a la puerta que ya había aparecido en la pared. En aquel momento la abrió y dio paso al reptil macho.

Entonces pensé, esta maya me da asco, no podrá ilusionarme, podré soportar su atracción, solo tendré que mirar sus pies asquerosos, y sin apartar la vista de ellos, podré ser consciente de todo lo que vea, lograré ver lo que hay detrás de sus ilusiones.

La mujer reptil, quedó en la entrada esperando que el macho franquease la puerta, pero cuando pasó a su lado, la sujetó por las caderas, le dio la vuelta, y la penetró por atrás, tras lo cual comenzó un violento movimiento sexual. La mujer de espaldas, penetrada por el macho giró su mirada hacia mí, y yo sorprendido por lo que estaba sucediendo, cometí el error de mirarle a los ojos, fue mi perdición. Ver a aquellos dos reptiles unidos sexualmente con un movimiento de caderas fortísimo, y ella mirándome lujuriosamente a los ojos me dominó.

Aparecí en ese lugar de mis sueños, ese lugar secreto que todos los humanos tenemos, donde ocultamos todas nuestras bajezas, esos deseos que no queremos reconocer, allí vi una gran orgia, muchos hombres y mujeres unos encima de otros, se unían sexualmente, varios traseros, se movían, como ofreciéndose para que yo los penetrara, el deseo me atraía, quería hacerlo, pero sentí, como dentro de mí, luchaba para poder ver la realidad que había tras aquella escena que me embelesaba.

Sentí que podía lograrlo, el deseo y la escena estaba visible ante mí, pero una fuerza interior me dio firmeza, luché por zafarme de aquella ilusión, sabía que aquellos hombres y mujeres que veía, eran en realidad, muchas grandes serpientes unidas sexualmente entre sí, si lograba ver a estas serpientes lograría dejar de ver aquellas escenas eróticas. Me esforzaba por ver la realidad, pero por otro lado me acercaba dispuesto a entrar en la orgia, al darme cuenta que no lo conseguía, grite dentro de mí:

-- ¡Mi Señora Ayúdame!, entonces escuche a esa niña traviesa que vive en mi corazón:

-- Tati, Tati ¿donde andas?, ¿donde estas? No te veo.

Sentí un alivio, una relajación, no vi a Mi Señora, pero mire mis pies y mis manos, eran de mujer, sabía que era La Mala, entonces, tranquilamente observé toda la escena, muchas anacondas, unas encima de otras se unían sensualmente, aquello me produjo repulsión, asco, el erotismo bajó, desapareció, y dejé de ver toda aquella ilusión.

Entonces, vi como detrás de todas aquellas serpientes gigantescas apareció la mujer que había visto en el muro, vi como movía sus ojos para hipnotizarme, se movía en las formas que se utilizan en los sueños para que veamos lo que nos quieren mostrar, y no veamos lo que queremos ver, pero no me afectaba nada, veía la realidad tal cual era, también veía como La Mala, “dentro” de mi cuerpo cambiaba de forma y se movía. Cuando ya estaba cerca de mí, le dije:

-- Tus pies son asquerosos, ya son los pies de los que habitan en el abismo. Aquello fue la puntilla final, la mujer reptil cayó de rodillas vencida.

Aparecí nuevamente delante del muro, la pareja de hombre y mujer reptil, estaban en el paroxismo de la copula, ambos gemían y se produjo la convulsión final, vi todos los líquidos caer al suelo, al mismo tiempo que el macho golpeaba violentamente a la mujer, la que humillada, dejaba que él hiciese lo que quisiese, deseaba ser golpeada. Al mismo tiempo que se producía el espasmo, se fue la luz, todo quedó a oscuras, nada se podía ver, la puerta que tenía en el muro desapareció, y la mujer reptil también. Vi nuevamente al hombre reptil justo enfrente del muro, cavilando, furioso, sin saber qué hacer.

Por mi parte, las ganas de entrar o por lo menos ver el Jardín desaparecieron, me daba igual lo que allí sucediese, quería dormir, descansar.

La oscuridad apenas me permitía ver la silueta de aquel hombre reptil, pero más que ver, intuí que estiraba sus brazos para tomar otra gran copa de la poción, no me equivoqué, vi algunos centelleos en el licor estimulante, y escuché los gritos de dolor, de los miles que habían tenido que morir para que este hediondo pudiese tomarse su copa. La luz volvió, el muro se hizo visible, apareció nuevamente aquella mujer asquerosa y la puerta se mostró, entonces los dos entraron.

Me subí al muro, y desde allí me preparé para observar todo lo que debía acontecer, aunque no eran muchas las ganas de saber lo que haría aquel lagarto, presté atención a lo primero que hay al entrar, La Puerta. Era la misma que había visto en la visión del Cabeza de Chivo, pero en esta ocasión no había una planta enredadera seca que la cubriera, tenía una planta enredadera viva, más pequeña, pero que de seguro era venenosa. La puerta en sí, era idéntica a la que había visto en aquella otra visión, de metal verdoso, con manchas verdosas más claras, y justo en su centro en la parte superior, un circulo con un símbolo, parecido al del Ying y el Yang chinos, pero las estelas eran más finas, y el círculo estaba formado por dos líneas también metálicas.

Había un césped, pero con hojas tan finas que apenas era perceptible, que no se sentía en los pies, a él parecía no molestarle, pero yo al sentirlo a él rozarla me irritaba. El hombre reptil se acercó a la puerta, tomó uno de sus lados, y sujetándola fuertemente la jaló como intentando arrancarla, pero esta ni se inmutó.

Como nada conseguía, se decidió a adentrase en el Jardín, entonces vi como una pequeña brisa, movía el viento alrededor de él, al mismo tiempo que aparecían dos montículos de tierra, que se quedó mirando. Se molestó con la brisa, por lo que empezó a lanzarle golpes con la mano abierta, como si quisiera que se fuera, y dio una patada a uno de los montículos.

Sin rumbo fijo, avanzó sin una dirección en concreto, hasta que apareció una naciente de agua, esta era un pequeño montículo de tierra, coronada por tres piedras, pero de la que no se veía saliera agua alguna. Lo vi emocionado, escarbó en varios lugares intentando conseguir agua, pero nada halló.

Entonces dejando atrás la fuente seca, se encaminó a una zona, donde estaban muchos árboles, en cuyo centro se veían dos de ellos que tenían un tamaño monstruoso. Entendí que uno era el Árbol de la Vida, y otro el Árbol de la Muerte. Aquello pareció interesarle, pero se dio cuenta que al mirar hacia arriba solo se podía ver el tronco de ellos hasta una altura, por lo que se puso a cavilar. Tras un rato, lo vi estirar sus manos, y en ellas nuevamente apareció una copa, que al poco rato se llenó de aquel líquido verdoso y ferroso. Esta vez, también escuché los gritos de dolor, de los que habían tenido que morir, para que este nauseabundo pudiese tomarse su copa. Entonces vi como se hicieron visibles los troncos de aquellos dos árboles, hasta una altura. En uno de ellos, el Árbol de la Muerte, se apreciaban sus ramas, pero en otro, el Árbol de la Vida debido a que era tan alto, y sus ramas habían llegado hasta el cielo, no eran visibles, ni sus ramas ni sus frutos.

Enfurecido, porque obviamente buscaba los frutos del Árbol de la Vida y no los podía ver, miro hacia el único fruto que quedaba en el Árbol de la Muerte, y tras pensárselo un rato, decidió no tomar esta única fruta, por lo que se dirigió hacia el otro árbol. Como no podía ver sus frutos, dudaba en si golpear el árbol para que callera cualquiera de las frutas, o no hacerlo, él quería su fruta particular, no quería cualquiera, pero al entender que nada podía hacer para ver los frutos, decidió probar suerte y aceptar la fruta que cayere.

Entonces golpeó con la palma de su mano aquel gigantesco Árbol de la Vida, miró hacia arriba y esperó avistar la fruta que debía de caer, pero ninguna se vio descender, entonces golpeó varias veces la base del tronco, pero nada dejaba caer el árbol. Presa de una furia extrema, buscaba en los alrededores algo con que cortar el árbol y de esta manera hacer caer todas las frutas, pero nada hay en el Jardín, con lo que se pueda cortar ningún árbol, ni planta, ni siquiera la grama.

Enojado se fue de aquella zona, entonces avistó un pozo, pequeño, de apenas un metro de altura, y de metro y medio de diámetro, hecho de piedra. Se acercó pero cuando asomó su cabeza, y vio la oscuridad tan grande que había, y en el que no se divisaba el fondo, tuvo miedo, gran miedo. A cierta distancia quedó cavilando, entonces estiró nuevamente sus manos y en ellas apareció la copa, que al rato se llenó del Licor de la Vida, y en las que se escucharon los gritos de los que habían de morir. Se la tomó, y entonces vi como en La Puerta, que había nada más entrar al Jardín, en el círculo central de la parte superior, apareció la cara de un ser que molesto miraba al reptil.

El hombre lagarto, dirigiéndose a la cara de la puerta le dijo;

-- ¿Porqué todo lo que quiero me es imposible conseguirlo en este Jardín? Esta le respondió:

-- Necesitas una llave, y con ella me abrirás, entonces controlarás todo lo que hay en el Jardín. Este respondió.

-- Se que la llave está en la cueva, pero para entrar necesito bajar por el pozo, y este me da mucho miedo. A lo que la cara le respondió:

Lo normal es que se baje por el pozo, y en vez de descender, desde allí se pasa a la gruta, pero tú con tu licor embriagante, puedes entrar directamente sin pasar por el pozo.

Sin dudarlo un momento, el hombre reptil estiró sus manos, y allí apareció la copa, la que se llenó de licor, y en la que se escucharon los gritos de los que habían de morir. Directamente apareció en la cueva.

En la gruta, vi que las paredes estaban empapadas, y en el suelo esta humedad era mayor. En el fondo de la caverna, una serpiente enrollada movía su cabeza. En el momento que apareció el hombre reptil en la cueva, la humedad aumentó, la luz se hizo más intensa, la serpiente se elevaba aun más, y un extraño viento, que parecía eléctrico, circulaba por todo el lugar. Comprendí que era el momento donde la serpiente del hombre reptil entra en su gruta, y se mueve en ella. Este ser, de pie, con sus pies húmedos, gimoteaba agitadamente, el viento cada vez se hacía más fuerte, la humedad manaba en mayor cantidad y la serpiente estaba completamente erguida. Entonces, aquel ser, en el momento de mayor fuerza, agarró la serpiente con la mano, y esta lo pico, y repentinamente el viento eléctrico que circulaba en la gruta, hizo como un cortocircuito, y un gran grito se escuchó.

La luz en todo el Jardín se apagó completamente, el Reptil, envenenado por la picada de su serpiente apareció junto a la puerta temeroso de morir, y su serpiente quedó tirada, como muerta en el fondo de la caverna, entonces, estirando nuevamente sus brazos, apareció una nueva copa llena de Licor Embriagante, en la que nuevamente se escucharon los gritos de los sacrificados. Apareció nuevamente la cara de la Puerta y le dijo:

-- Evidentemente no sabes cómo entender cada una de las Fuerzas que en este Jardín se mueven, por lo que la única acción que te puede ayudar, será que encuentres el Libro de la Sabiduría. Con el podrás, leyéndolo atentamente, seguir paso a paso, sin error, cada uno de los conocimientos que aquí se pueden descubrir. Con este libro, podrás romper los sellos que ocultan el conocimiento de cada cosa que aquí se manifiesta. El Libro de la Sabiduría por supuesto, no quiere ser descubierto, por lo que se esconde en un laberinto, en el que es difícil encontrarlo, pero estoy seguro, que tú no tendrás ninguna dificultad en localizarlo.

Entonces vi como el reptil, con decisión, avanzó hacia un lugar del Jardín, donde había un laberinto, este era un enorme matorral, con caminos internos, franqueados a cada lado por matorrales hermosamente cortados, en donde en algunas esquinas aparecían figuras, tanto de cosas, como de personajes, que eran indicativos de lo que se debía de buscar. Desde mi posición encima del muro, podía ver algunas de las formas del interior del laberinto, círculos, cuadrados, triángulos, en cuyo interior los pasadizos discurrían, algunos llevaban a callejones ciegos, otros proseguían hasta otra figura. El laberinto, tenía una entrada en una esquina, y una salida en otra, y había un lugar que aunque no estaba situado en su centro, parecía que todos los pasajes conducían hasta allí, por lo que supuse que ahí estaría el Libro de la Sabiduría.

Vi entrar al reptil por una abertura en el laberinto, caminando rápido, sin detenerse mucho tiempo en ningún lugar, por momentos podía ver su cabeza, y en otros desaparecía. Tras un buen rato, me di cuenta que aquellos matorrales verdes, de naturaleza viva, con una luz normal que los hacía visibles, se transformaron en obscuros, opacos, y en su interior parecía ser de noche. Pero lo que más me llamo la atención fue que, todo el lugar se volvió cambiante, la entrada no estaba donde la había visto al principio, ni la salida, y el lugar central a donde se dirigían todas las veredas también se movía. Entendí que aquel laberinto, en realidad, eran las mismas imágenes que vemos cuando soñamos, que son cambiantes, flotantes, opacas. Aquel reptil había entrado en el mundo de sus sueños.


Aburrido, prestando atención a otros lugares del Jardín, mirando La Puerta, esperaba que aquel reptil acabara de encontrar el Libro de la Sabiduría, pasó el tiempo, mucho tiempo. Vi como en el Jardín la luz disminuía, poco a poco hasta casi ser de noche, entonces escuché los gritos del reptil desde el laberinto, gritos desesperados, a veces amenazantes, a veces suplicantes. Pasó el tiempo y en el Jardín se hizo de noche, todo quedó en silencio, solo los gritos cada vez más lejanos de aquel ser hediondo se escuchaban. Allí quedaría, vagando como alma en pena sin encontrar la salida.

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