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PARTIDA DE LOS DIOSES

LOS DIOSES AUTÉNTICOS SE MARCHAN QUEDAN LOS USURPADORES


Vi en aquel momento un gran revuelo en aquel recinto, todos los presentes salían de sus tronos y asientos, bajaban por detrás a unos grandes pasillos, que comunicaban a todas las gradas entre sí. Todos se dirigían a la zona correspondiente a la estirpe de Vishnú, en donde estaban situadas puertas que comunicaban con cada uno de los reinos de aquellos inmortales, vi a todos en grupos, y en cada uno de ellos, un asociado de Brahama guiándolos.

Los 12 reinos del cielo fueron ocupados por cada uno de aquellos miles de habitantes, y otros grupos de ellos, se dirigían a las puertas de cada cielo, guiados por un sabio, que los llevaría hasta el cielo de
las bolas de luz, para esperar su próximo nacimiento en doce lugares diferentes, para después, ya nacidos formar un único reino en la nación que controlaba el Señor Yama.

Vi como a cada grupo que debía partir, al llegar a la puerta del cielo, donde se iniciaba aquel camino hacia el cielo de las bolas de luz, un sirviente del Inmortal Agni, señor de los sacrificios, colocaba un sello en la frente de cada uno de ellos, este sello era de fuego, pues lo vi arder aun después de ser colocado, y tenía el nombre secreto del Inmortal Agni. Esta marca tenía dos objetivos, reconocerlos ya cuando sean humanos, pero también para que en el momento de que el Ovulo universal se active, todos los sacrificios realizados, suban y exuden el Soma sagrado, para que así los inmortales que ya en aquella época habrán nacido de nuevo puedan con la fuerza de este Soma rescatarlos, esto sucederá de una sola vez, o sea que todos los Inmortales que descienden serán recuperados todos juntos en  un mismo día. Además a cada uno, un hermano de ellos, le colocaba alguna joya de oro, a algunos en la frente y a otros en el brazo, en la que iba escrito su nombre, lo que fueron, y lo que serían.

Las escenas de dolor se sucedían una tras otra, en cada grupo, en cada despedida, vi a Saraswati desmayándose al despedir a su hijo, y a los suyos, sus hermanos y asociados, con ojos húmedos, los iban abrazando. Lakshmi la esposa de Vishnu estrechaba a uno, y con la otra mano, abrazaba a otro, y aun quería alargar más sus manos para abrazar a más de los suyos. Vi a Parvati caer de rodillas ante Yama, y este impedírselo, pero lo que me destrozó mas el corazón fue la despedida de Yama y Yami,
Inmortales de los muertos, al despedirse de sus cuatro hijos, la mayor, apenas una adolescente, debía cuidar a sus tres hermanos, ella quedaría al cargo en su reino, y entraría en el hueco oscuro, el menor de sus hijos, un niño que apenas había aprendido a caminar, Yami tenía todo su pecho mojado, de tantas lagrimas que había derramado, mientras Yama trataba de darle ánimo a sus hijos, sobre todo a la mayor para que no desfalleciera, y aguantara todo aquel tiempo en que él estaría ausente.

Vi como cada uno de los sabios, guiaba al lugar exacto donde debía quedar cada grupo, para cuando la Madre Universal los viniera a buscar, los pudiera encontrar en el lugar asignado, si no se realizaba así, no podrían nacer de nuevo. Observé con admiración al ejército de Rudra, que caminando detrás
del sabio, en formación militar, formaban una infantería perfecta. El general al mando, llamado por sus subalternos Rudra Mayor, un guerrero con un cuerpo descomunal, del que Arnold Schwarzenegger en sus mejores tiempos sentiría envidia, caminaba al frente, y viendo que todos los suyos, ahogados por el sentimiento de dejar a sus esposas, hijos, a sus señores, en fin renunciar a todo, dejaban caer sus lagrimas, al tiempo que caminaban con su frente erguida, entonces este general, dándose la vuelta, y gritando con voz de mando exclamó:

  -- ¡Un guerrero Rudra, no llora, y cumple con su deber sin desfallecer!

  -- ¡Un guerrero Rudra es inamovible como una Montaña!

Pero al gritarlo, su voz ahogada por el mismo sentimiento que embargaba a todos los suyos, desmoronó al gran general, y dijo:

  -- Sin los nuestros, sin nuestros señores, se nos va la vida.

  -- Os saludo, Oh guerreros, me siento orgulloso de haber luchado a vuestro lado, en verdad ningún general ha tenido guerreros como los que yo tengo, mis respetos a todos vosotros.

Un grito unánime, corto y seco, realizado por todos aquellos soldados al mismo tiempo fue la respuesta a su general.

Aquél Rudra Mayor yo lo conocía, conocía sus batallas, sus glorias, habían defendido la entrada al cielo con esmero, dedicación, con pasión, jamás su ejército retrocedió en la batalla. Se hizo famoso una vez que, en plena batalla le fue amputado un brazo, este en la cólera del momento, tomó su brazo, se lo amarró a su cinto y continuó luchando hasta que después, cuando terminó dicha batalla, fue atendido por los médicos de Rudra que recuperaron su brazo.

Vi entonces cuando el sabio se detuvo, y señaló un lugar, que eran dos pequeños montículos separados apenas por una veintena de metros, ese sería el lugar donde se quedarían aguardando a la Madre Universal. Entonces Rudra Mayor se colocó en el lugar señalado, y toda la formación caminó y girando regresó hasta donde estaba su general, allí clavaron sus estandartes y uno de los 6 generales dio la orden de romper la formación y sentarse.

No había nada, ni vegetación, ni construcciones, ni agua, nada, solo tierra. Entonces vi como el sabio se alejaba de regreso a su cielo, pues el también tenía asignado un lugar donde se debía quedar.

Conocía a aquel ejercito, entendía su formación, Rudra Mayor al frente, 6 generales al frente, 3 a cada lado, seguidamente todo el ejército, que estaba dividido en cuatro grandes grupos, de cientos de soldados en cada uno de ellos, cada grupo tenía al frente un comandante, y la bandera de cada uno de ellos representaba al elemento al que pertenecía, el marrón tierra, infantería, el azul viento, arqueros, el rojo fuego, la caballería, y el blanco agua caballería e infantería. Todas sus armas habían quedado guardadas en el templo de la guerra, que el Señor Parasurama custodiaría, tan solo se les permitió llevar sus armas personales, armas simbólicas.

Vi lo que había sido el cielo, ahora apenas alumbrado por una luz tenue, que apenas permitía ver algunas sombras, allí sentados quedaron aquellos formidables guerreros, esperando la llegada de su Madre, la Madre de todos.

También vi como otros tres sabios guiaban a tres razas de Rakshasas distintas, cada una a un lugar diferente, los Rakshasas son guerreros cuyos cuerpos fueron diseñados genéticamente por el mismo
Brahama, por lo que poseían capacidades extraordinarias, todos los líderes de los demonios, los de los hombres reptil, y los de los dioses caídos, en varias ocasiones, pidieron a sus sabios crear también sus propias razas de Rakshasas, pero siempre el resultado es muy inferior, o totalmente un fracaso.

Mi visión fue terminando, vi como todos los cielos quedaron vacios, y en casi una oscuridad total, los reinos de los líderes de los Inmortales, desaparecieron, y los escogidos, se fueron al cielo de las luces, que es un cielo donde se está entre reencarnación y otra reencarnación, aunque en este caso iban a iniciar ese muy pesado circulo de reencarnaciones.


Los Inmortales, los controladores del universo se habían ido.

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